viernes, 19 de marzo de 2010

Spanglish

Dolores Soler

El spanglish, que algunos consideran una pseudolengua, nace en los bordes de una frontera, que es también para Carlos Fuentes una frágil frontera de cristal, una cicatriz.
Se remonta su presencia a la mitad del siglo XIX, cuando México se vio obligado a ceder a los Estados Unidos gran parte de su territorio, después de perder una guerra.
Los habitantes hispanohablante de esas comarcas se esforzaron en mantener su español vivo, como valiosa seña de identidad, aunque el idioma comenzó a modificarse en el contacto cotidiano con el inglés de los vencedores.
La inmigración masiva de los inmigrantes hispanohablantes hacia el norte, procedentes en su mayoría de México, aunque también de otros países del sur del continente, y la presencia cada vez mayor de puertorriqueños en ciertos estados, dieron, a lo largo del siglo XX, el impulso definitivo, aportando sin cesar nueva sangre latina, que ha seguido alimentado este orgullo, esta necesidad.
Ambas lenguas se entrelazan, se mezclan, se aman, se odian, se vuelven imprescindibles en la expresión cotidiana de 40 millones de hispanos.
Nace el Spanglish, como algo dinámico, abierto, imaginativo, absolutamente vital, manteniéndose en continua evolución, producto de la emigración/inmigración, vehículo de sentimientos y nostalgias, y sobre todo, de otra visión del mundo, de otra concepción de la vida y de la sociedad.
Como diría Emilio Lorenzo, una lengua "en ebullición".
Y nace a su vida pública en 1973, con la fundación del Nuyorican Poets Café por parte de los Nuyoricans Writers, conviertiéndose en una confluencia de escritores, artistas y poetas, que leen sus obras ante un público tan motivado como variopinto...».
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