viernes, 27 de junio de 2008

Filogenética y Machismo

En la filogenética, o sea la memoria colectiva, se da el dramático testimonio del dominio del macho.
Se ha generalizado la sensación de que los hombres no hemos estado a la altura de las circunstancias; como «clase dominante», no podemos ni debemos estar orgullosos de nuestro desempeño. Un balance de nuestra situación histórica no arroja un resultado positivo: hay tanta inequidad, tal arbitrariedad, tanta intolerancia; nuestros destinos están sumidos en un total caos. Los hombres hemos fracasado en nuestra hegemonía. Establecimos una civilización demasiado materialista que no da cuenta de la espiritualidad de los humanos.

-¿En qué te basas con esas aceveraciones?

-Una cosa le debe quedar claro a un padre o a una madre que por la edad se encuentre enfermo o impedido de valerse por sí mismo. Quien va a velar por ellos en el momento más difícil, sin importar el costo personal o económico, será seguramente una hija y no un hijo.
-A lo largo de los últimos años me tocó ver el esfuerzo enorme que hizo mi cuñada para apoyar a mi suegro, y luego a mi suegra.
Esa fue una tarea que ella asumió sin pensarlo dos veces. Los hermanos que podrían haber compartido el esfuerzo se desvincularon de manera casi automática.
-En nuestra sociedad machista el cuidado de los hijos y de los ancianos es algo que se deja siempre a las mujeres. El ejemplo se repite por doquier. Así como las madres asumen una responsabilidad casi total por los hijos, la cual se ve multiplicada en los innumerables casos en que los padres desaparecen después de la procreación, son las hijas las que se encargan al final del camino de dar a sus padres la protección que la sociedad no les ha podido ofrecer. Esta dedicación a los hijos y a los padres ancianos tiene un alto costo para las mujeres.
-Es una de las razones por las que las mujeres reciben en promedio una remuneración inferior a la de los hombres. Las mujeres deben interrumpir su carrera profesional o dedicarle menos tiempo para atender las obligaciones familiares. Esto corta el ascenso gradual en percepciones que suele darse cuando una persona tiene un desempeño prolongado dentro de una empresa o institución.
-Aun cuando la mujer sólo interrumpa su actividad profesional por la maternidad durante los periodos estrictamente necesarios, su atención estará durante mucho tiempo más dividida que la de un hombre. Cuando a una mujer se le avisa en la oficina que su hijo o padre ha caído enfermo, es difícil que pueda concentrarse en el trabajo durante el resto de la jornada laboral. Un hombre, en cambio, se desconectará fácilmente de esta información y continuará su trabajo dejándole a una mujer la responsabilidad de tomar medidas para resolver el problema.
-Muchas mujeres, que no tienen otra opción más que seguir trabajando a pesar de tener hijos pequeños, dependen enteramente de sus madres para lograrlo. Estas se hacen cargo de los niños. Nuevamente son las mujeres las que salen al rescate de la familia.
-Los empleadores saben muy bien que el sentido de responsabilidad de las mujeres tiene un gran valor laboral. Una mujer será, casi sin duda, más responsable en el cumplimiento de sus tareas que un hombre. Una mujer podrá faltar a una responsabilidad urgente por la enfermedad de su hijo, pero un hombre lo hará simplemente por displicencia.
-Este valor de la responsabilidad femenina, sin embargo, no se premia en el mercado laboral, en parte porque la mujer que trabaja siempre tiene la presión de salir lo antes posible del trabajo para atender a la familia.
-Y en la compleja vida política de las oficinas muchas veces es más importante permanecer en las instalaciones hasta altas horas de la noche que realizar de manera puntual las tareas pendientes.
-La capacidad de las mujeres para interesarse por los demás es, muchas veces, el principio de su rezago laboral.
-La experiencia de los maestros nos dicen que las niñas le llevan ventaja en el aprendizaje a los niños hasta la adolescencia. En ese punto, sin embargo, las niñas empiezan a enamorarse, siempre con mayor intensidad y entrega que los niños, y empiezan a quedar atrás en el desempeño escolar.
-Quizá si las mujeres fuesen más egoístas tendrían un mejor trato en el mercado laboral y en la vida.
-Después de todo nadie, o casi nadie, les agradecerá los tiempos de desvelo junto a un hijo o un padre enfermos, y casi ningún jefe tomará en cuenta su sentido de la responsabilidad a la hora de ajustar sueldos u ofrecer ascensos. Pero lo interesante es que para la mayoría de las mujeres no hay opción. Casi ninguna consideraría siquiera la posibilidad de abandonar a su suerte al hijo o al padre enfermo.

-Me haz convencido, pero, si siempre se ha subvalorado todo lo femenino, y la masculinidad ha sido tan errática ¿no valdía la pena revaluar lo que no se ha puesto en práctica hasta ahora: las teorías femeninas o feministas sobre la conducción de la historia?

-Creo que no hay opción. Nosotros los hombres, en nuestra ética personal, somos beneficiarios usualmente de esa entrega, aunque debiéramos darnos mayor cuenta de ella, y estar dispuestos a agradecerla todos los días de nuestra existencia.
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